domingo, 13 de abril de 2008

II.-Besos


¿Cómo darse cuenta de que algo ha terminado? Pero no TERMINADO en el sentido fácil (en esa extraña sensación que te hace creer que en cualquier momento puedes reiniciarlo), sino cuando te das cuenta de que es el FINAL, en mayúsculas y que ya no hay vuelta atrás. Que lo que paso ya sólo es un mero recuerdo. ¿Cómo darse cuenta? Hoy yo lo supe. Yo ya sabía que las cosas habían terminado. Y aunque creía o me obligaba a creer que eran las circunstancias, el trabajo, la falta de tiempo libre... yo ya sabía que era un final. Hoy, se confirmo ese final, cuando se acercó y me dio dos besos. No quiero dramatizar, no es que en esos dos besos, se condensara la pasión que sentimos alguna vez, no es que haya sentido que esos besos eran poco, simplemente me ha extrañado,... Normalmente cuando nos vemos, nos saludamos, hacemos una gracia y cada uno sigue con sus cosas. En cambio hoy no ha sido así...
Ya hace tiempo escribí sobre la diferencia que puede llegar a existir entre dar un beso, o dar dos. Algunos dirán que es evidente no es lo mismo un beso en la mejilla, que en la boca, y otros estarán justo en el extremo contrario. Yo explicaba, que, en la primera cita, después de un primer ligoteo, encuentro, rollo,... suele decidirse todo. Y no en el transcurso de la cita, sino en los primeros minutos: un simple gesto; un beso puede decidirlo todo. En ese caso dos besos crean distancia; y uno la estrechan y crean un camino por donde seguir. Al fin de una relación, es lo mismo. Cuando se deja de saludar con un beso, para saludar con un beso en cada mejilla, ¿no es un signo indiscutible de que ya, ya... Ya se acabó?
Pues, ahora después de filosofar un rato, pues no sé, ... Pero así lo he interpretado yo esta mañana. Pero, ¡Ey!Sin dolor, ¡eh!, raro; pero sin dolor. ¡Sí! Me ha extrañado, ha sido como: ¡Ey tío, no hace falta que dejes tan claro que ya se acabó!

No lo sé, a lo mejor le doy demasiadas vueltas a las cosas.