viernes, 11 de septiembre de 2009

Uno cede el espacio que el otro demanda


Tumbada en la playa, sin ganas de nada, sólo me apetece escuchar el ruido de las olas chocando contra la arena.

Porque es en la orilla, donde se unen, donde se encuentran; donde uno cede el espacio que el otro demanda, donde uno impone y el otro acepta.

Tus olas,
me cubren
y me restan
cuál arena de la playa.
Yo cedo, ante tu oleaje incomprensible de reproches.
Yo cedo, callada, sin inmutarme ante tus insultos.
Pero me achico
y ya nunca vuelvo a ser la misma.
Me marcas,
me restas,
me obligas a vivir a tus pies.

A veces querría gritar, salir corriendo en busca de otro oleaje.

Tú te ríes.
Tu risa:
ese sonido que tanto odio y que ahora llega a mi
ese ruido, cuál canto de sirena, es una estafa.

Ahora lo sé,
después de haber caído en la trampa una y otra vez.
Hoy lo sé y por eso decido huir
huyo en busca de algo que tu nunca has sabido dar.
Huyo en busca de lo que yo entiendo por amor
Huyo en busca de algo más que fachada.

Me voy.
Me voy en busca de unas olas
que acaricien mi arena.
Me voy.
Me voy, en busca de unas olas que susurren verdad, amor y respeto.

Huyo para reencontrarme con la calma que un día percibí en ti,...
Una calma que perdiste al decidir que un grito daba más autoridad que un beso.

Menorca, septiembre'09

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